La primera vez que vi una vaca pacía tranquila en un bello paraje de Toledo. Desde aquella ocasión gustaba de observarlas sentada en una roca a través de la alambrada. Quizá me recordaran a una madre entrañable y oronda donde protegerme o tal vez sus ojos saltones de mirada triste se me antojaran misteriosos. Las vacas me gustan ya sean de Texas o de Asturias donde las vemos felices en un paisaje de cuento.
Anuncios